Comenzar de nuevo
Buenos días, amigo/a
La constancia es fundamental porque da un toque de perfección a todos
los talentos del hombre. Sin ella, nada vale ser un genio en el arte,
en la ciencia, en la literatura o en los negocios. No se llega a
ninguna meta. Queda uno vencido por el camino.
En 1914 un incendio dejó en ruinas las grandes industrias de Tomás
Edison. En una noche perdió una fortuna en valiosos equipos. Las
llamas consumieron documentos de toda su vida. Tenía entonces 67 años.
Su hijo Carlos corría angustiado buscando al padre. Al fin lo encontró
en medio del desastre, el rostro iluminado por el resplandor rojizo de
las llamas, con su cabellera blanca flotando al viento invernal. “Me
partía el corazón verlo —contaba después Carlos—. Ya no era joven, y
todo aquello era reducido a cenizas. Al verme me gritó: ¿Dónde está tu
madre? Corre a buscarla. Jamás volverá a ver un espectáculo semejante.
Y añadió: “Los desastres tienen un gran valor: se queman todos
nuestros errores. Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo”.
No olvides que una voluntad firme y valiente “puede transformar tus
lágrimas en sudor, tu desgano en sacrificio, tu duda en convicción”.
Que también tú, como esos soldados que hallan un gozo especial en los
más duros combates, sepas entrenar y desarrollar una voluntad recia
para salir, de la mano de Dios, victorioso de las adversidades. P.
Natalio.