Nasrudín en la corte
Buenos días, amigo/a.
Un refrán dice “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”. El
poder del testimonio es enorme y decisivo. Las palabras están
devaluadas. Nunca el mensaje de Jesús tuvo tanta fuerza como cuando
pregonó el amor desde la cruz. Para construir a tu alrededor una
civilización del amor aporta cada día gestos de servicio, de humildad
y generosidad.
Nasrudín —el sabio y santo sufí— entró precipitadamente en el salón
del trono y se arrojó a los pies del rey.
—¡Majestad, Alá ha hecho de mi un santo y me ha dicho que ocupe mi
lugar en la corte!
—¿Estás loco?
—Debo estarlo. ¿Cómo, si no, habría aceptado ser un santo en tu corte?
En la Biblia hay una palabra que expresa la respuesta del hombre al
llamado de Dios; la pronunció Abraham cuando Dios lo llamó a dejar su
tierra; la pronunció Samuel e Isaías cuando Dios los llamó a ser
profetas, la pronunció María cuando Dios la llamó a ser madre del
Salvador; todos dijeron “¡Aquí estoy, Señor! “ ¡Aunque parecía una
locura! P. Natalio.