Dejo en tus manos…
Buenos días, amigo/a.
Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el
cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes
que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de
su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las
cosas resultan incomprensibles. Una oración del P. V. Fernández.
Te entrego, Señor, todo lo que tengo y todo lo que estoy viviendo. Te
doy gracias por lo que me estás regalando y lo disfruto con gozo. Pero
desde ya lo dejo en tus manos para que acabe cuando tenga que acabar.
Te proclamo a ti, Jesús, como único Señor, dueño de todas mis cosas,
de todo lo que vivo, rey de todo lo que soy y de todo mi futuro. Te
declaro Señor de todos mis afectos, de mis deseos, de mis relaciones.
Sé que me darás la felicidad que necesito porque confío en tu amor,
pero me la darás a tu modo, como sea mejor para mí. En ti deposito
toda la confianza de mi corazón. Amén.
En los salmos se declara dichoso al hombre que busca refugio en Dios
cuando llegan las tribulaciones y calamidades de la vida: “Dichoso el
hombre que ha puesto en Dios toda su confianza, porque no quedará
defraudado”. Los hombres fallan y desilusionan, Dios no. Que él te
conceda abandonarte en sus brazos junto con tus cosas y seres
queridos. P. Natalio Bértolo.
Buenos días, amigo/a.
Confiar en Dios, es depositar toda nuestra fe en él. Dejarle el
cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes
que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de
su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las
cosas resultan incomprensibles. Una oración del P. V. Fernández.
Te entrego, Señor, todo lo que tengo y todo lo que estoy viviendo. Te
doy gracias por lo que me estás regalando y lo disfruto con gozo. Pero
desde ya lo dejo en tus manos para que acabe cuando tenga que acabar.
Te proclamo a ti, Jesús, como único Señor, dueño de todas mis cosas,
de todo lo que vivo, rey de todo lo que soy y de todo mi futuro. Te
declaro Señor de todos mis afectos, de mis deseos, de mis relaciones.
Sé que me darás la felicidad que necesito porque confío en tu amor,
pero me la darás a tu modo, como sea mejor para mí. En ti deposito
toda la confianza de mi corazón. Amén.
En los salmos se declara dichoso al hombre que busca refugio en Dios
cuando llegan las tribulaciones y calamidades de la vida: “Dichoso el
hombre que ha puesto en Dios toda su confianza, porque no quedará
defraudado”. Los hombres fallan y desilusionan, Dios no. Que él te
conceda abandonarte en sus brazos junto con tus cosas y seres
queridos. P. Natalio Bértolo.
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