Señor, tú me amas
Buenos días, amigo/a.
Para amar a Dios ayuda meditar en su amor por ti, con la Biblia en la
mano Te sugiero que leas lentamente, el salmo 23 del Buen Pastor,
diciendo “Gracias, Señor”, a cada frase del mismo. Sentirás
conmoverse tu corazón por el amor delicado y tierno de Dios que te
proporciona seguridad, descanso, renovación, defensa, alimento e
indefectible amor.
Señor mi Dios, puro amor, que me amas desde siempre. Te pido que mires
aquel momento sagrado, cuando mamá y papá me dieron la vida. Cuando yo
estaba en el vientre de mi madre, tú me amabas con ternura. Te pido
perdón porque siempre me buscaste y muchas veces rechacé tu amor. Pero
ahora quiero decirte que a pesar de todo te quiero, te necesito, mi
alma te busca. Y en este momento me estás amando, y estás alegre
porque te dejo entrar en mi corazón. Quiero hacer una alianza contigo,
un pacto de amistad, quiero dejar que me abraces y abrazarte. Ayúdame.
Te quiero. Amén.
Con esta oración aviva esa llama interior del amor a Dios. El merece
ocupar el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones, tiempo… Hay
un motivo evidente: Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por
nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como
respuesta coherente a su inmensa bondad. Que lo ames con todas tus
fuerzas. P. Natalio.