Yo
he sentido, Señor
Buenos
días, amigo/a
La oración auténtica es un
encuentro personal con Dios. Por ella te acercas a la realidad de un Dios vivo,
cercano, presente: un Dios persona. El núcleo de la oración es saber escuchar a
Dios, porque el personaje clave en este diálogo de amor, no soy yo, sino Dios.
La actitud de humilde escucha es una prueba de amor: es abrirse a la voluntad
de un Dios que ilumina.
Yo he sentido, Señor,
tu voz amante, en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor
de las estrellas la armonía gocé de tu semblante.
No me llegó tu acento
amenazante entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus
querellas como el tenue vagido de un infante.
¿Por qué no obedecí
cuando te oía? ¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las
tinieblas del vacío?
Haz, mi dulce Señor,
que en la serena noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde,
Padre mío!
Para disponerte a escuchar, puedes presentar al
Señor alguna pregunta que centre tu atención e impida cualquier divagación. Por
ejemplo, puedes decirle: Señor, ¿qué quieres de mí en esta situación? O bien,
¿qué deseas insinuarme con esta página del Evangelio? Si al orar buscas con
decisión la voluntad de Dios, tu vida cristiana crecerá solidamente. P.
Natalio.