Con toda el alma
Buenos días, amigo/a.
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te
dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en
tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte”. Este
es el mandato más importante y así como fue dado: “con toda el alma”.
Lee ahora lo que sigue:
C. S. Lewis, novelista irlandés (1898-1963) en sus “Cartas del diablo
a su sobrino”, describe admirablemente esa tentación que lleva al alma
a regatear con Dios. «Háblale —aconseja el diablo veterano a su
inexperto sobrino— sobre la “moderación en todas las cosas”. Una vez
que consigas hacerle pensar a cualquiera que “la religión está muy
bien, pero hasta cierto punto”, podrás sentirte satisfecho acerca de
su alma. Una religión moderada es tan buena para nosotros como la
falta absoluta de religión, y más divertida.»
¿Te das cuenta? En amar a Dios no debe haber moderación alguna, porque
hay que amarlo como él se merece, con toda el alma y con todas las
fuerzas. Cuando entibiamos nuestra relación con Dios, es tan malo como
ignorarlo por completo. “La medida de amar a Dios es amarlo sin
medida”. ¿Estamos? No caigas en esa sutil tentación del enemigo. P.
Natalio.
Buenos días, amigo/a.
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y
con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te
dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en
tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte”. Este
es el mandato más importante y así como fue dado: “con toda el alma”.
Lee ahora lo que sigue:
C. S. Lewis, novelista irlandés (1898-1963) en sus “Cartas del diablo
a su sobrino”, describe admirablemente esa tentación que lleva al alma
a regatear con Dios. «Háblale —aconseja el diablo veterano a su
inexperto sobrino— sobre la “moderación en todas las cosas”. Una vez
que consigas hacerle pensar a cualquiera que “la religión está muy
bien, pero hasta cierto punto”, podrás sentirte satisfecho acerca de
su alma. Una religión moderada es tan buena para nosotros como la
falta absoluta de religión, y más divertida.»
¿Te das cuenta? En amar a Dios no debe haber moderación alguna, porque
hay que amarlo como él se merece, con toda el alma y con todas las
fuerzas. Cuando entibiamos nuestra relación con Dios, es tan malo como
ignorarlo por completo. “La medida de amar a Dios es amarlo sin
medida”. ¿Estamos? No caigas en esa sutil tentación del enemigo. P.
Natalio.
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