domingo, 18 de septiembre de 2011


Novicio impaciente


Buenos días, amigo/a.

La oración es la llave que abre los tesoros del cielo. Es el puente
siempre accesible por el que llegamos a Dios. El arte de orar es el
arte de amar al Señor. Pero orar bien es un regalo del Señor. Como los
apóstoles implorémoslo con frecuencia. Pidamos al Padre, por Jesús,
que derrame sobre nosotros un Espíritu de oración y de alabanza, (Zac.
12, 10).

Después de una sesión matinal de oraciones en el monasterio, el
novicio preguntó al abad: —¿Estas oraciones hacen que Dios se acerque
a nosotros? —Te voy a responder con otra pregunta –dijo el abad.
—¿Estas oraciones harán que el sol salga mañana? —¡Claro que no! ¡El
sol sale porque obedece a una ley universal! —Entonces, ahí ésta la
respuesta. Dios está cerca de nosotros, no por las oraciones que
recemos. El novicio se enojó: —¿Entonces estas oraciones son inútiles?
—Absolutamente. Si tú no te despiertas temprano no podrás ver la
salida del sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, no
conseguirás notar su presencia.

Para robustecer tu fe en el Señor que te ama y te acompaña, lee con
atención la Biblia. Al inicio del capítulo 43 de Isaías encontramos
esta perla deslumbrante: “Tú eres de gran precio ante mis ojos, porque
eres valioso, y yo te amo. No temas, yo estoy siempre contigo”.
Medítalo, y agradece al Señor su ternura por ti. P. Natalio.

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