lunes, 26 de septiembre de 2011

Yo soy tu Dios


Buenos días, amigo/a.

Está alerta porque vendrán tentaciones de desanimación y desesperanza.
El enemigo entrará en tu imaginación y levantará en el aire castillos
de dificultades insuperables. Déjale al Señor el cuidado de todas tus
cosas y verás que todo te irá mejor. Abandónate en él y todo se
resolverá con tranquilidad según sus designios. La confianza en Dios
es la clave.

Yo soy tu Dios, y pienso en ti desde la eternidad. Tu nombre está
escrito de tal modo en mi corazón, que jamás podré olvidarte. Dirijo
todas las cosas para tu bien. Si ahora no lo comprendes, un día lo
verás claramente. Yo soy tu Dios, y te amo: conozco a la perfección
todo lo que te aflige e inquieta. Acéptalo con tranquilidad y en paz.
Yo estoy siempre contigo, ¿qué más deseas? Si estás triste, corre a
refugiarte en mí. Si sientes la alegría del triunfo, vuela junto a mí.
Si estás cansado, échate en mis brazos y se multiplicarán tus fuerzas.
El mundo pasa, los hombres desaparecen. Sólo te quedará siempre tu
Dios.

En los salmos varias veces se declara feliz al hombre que busca
refugio en Dios cuando llegan las tribulaciones y angustias de la
vida: “Dichoso el hombre que confía en Dios, porque no quedará
defraudado”. Los hombres fallan y desilusionan, Dios no. Que él te
conceda coraje y gracia para abandonarte en sus brazos paternales. P.
Natalio.

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