jueves, 29 de septiembre de 2011

La urraca y la cotorra


Buenos días, amigo/a.

El abuso verbal, aunque invisible, ataca la mente y el espíritu de los
que lo sufren. Las palabras que se dicen con rabia o resentimiento
lastiman con efectos prolongados. En verdad las palabras pueden doler
como los golpes físicos. Especialmente los padres deben saber que la
crítica, el desprecio y los insultos pueden dañar la autoestima de sus
hijos.

Estaba de visita la urraca en lo de la cotorra, y como, desde el día
anterior no se habían visto, tenían muchas cosas que contar. Ambas
hablaban a la vez y se apuraban tanto en chacharear que casi no se
entendían. Pero lo principal era mover el pico sin descanso. Y cuando
en lo mejor estaban de una historia que contaba la urraca sobre la
hija del vecino, llegó la sirvienta de la cotorra y le dijo, alarmada:
—Señora, ¡está llorando la chica! —¡Oh!, exclamó la cotorra, ¡qué
fastidio! Bueno, ya voy, ya voy. Y quedóse escuchando hasta el fin el
interesante cuento de la urraca sobre la hija del vecino. Daireaux.

Santa Faustina escribió en su “Diario”: «Cuando recibo a Jesús en la
Santa Comunión, le ruego con fervor que se digne sanar mi lengua para
que no ofenda con ella ni a Dios ni al prójimo. Grandes culpas se
cometen con la lengua. Un alma no llegará a la santidad si no tiene
cuidado con su lengua». El Señor, pues, sane nuestras lenguas. P.
Natalio.

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