Un magnífico
perro
Buenos
días, amigo/a
Jorge Manrique dejó unas famosas coplas, donde
señala que la muerte no perdona a nadie: rico o pobre, letrado o ignorante, rey
o plebeyo: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el
morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos
caudales, allí los otros, medianos y más chicos, allegados son iguales los que
viven por sus manos y los ricos”. Lee esta pintoresca fábula campera de
Godofredo Daireaux.
Un magnífico perro, de gran precio, había muerto en la estancia, y su
amo, para perpetuar su memoria, le hizo edificar un soberbio sepulcro a donde
lo llevaron en solemne procesión. Al ver pasar el acompañamiento, en el cual
figuraban todos los animales de la estancia, el cuis, que es pobre y vive como
puede en su miserable cuevita, siguió también, de curioso y no sin sentir
cierta envidia hacia esos ricos que, aun muertos, parecen otra cosa que la
demás gente. Pero cuando lo hubo visto encerrar en el monumento aquel, volvió,
curado ya de envidia, a su casa, pensando con razón que más vale un pobre cuis
en su miserable cueva, que cualquier perro rico en su bóveda de gran lujo.
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