Prodigios de misericordia
Buenos
días, amigo/a
Te ofrezco hoy un “colage” con
fragmentos de salmos en que el autor expresa su admiración y gratitud al Señor
que siempre protege a quien lo toma por refugio y defensa. Este tema está muy
bien desarrollado en el salmo 91, clásico salmo de protección.
Bendito el Señor que ha hecho por mí prodigios de misericordia (31). En
el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los
dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas (86). Tus acciones, Señor, son mi
alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos. ¡Qué magníficas son tus obras,
Señor, qué profundos tus designios! (92). Venid, aclamemos al Señor, demos
vítores a la Roca
que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos
(95). Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra, en
toda la tierra (8). Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista (146).
Los salmos son poesías inspiradas
por Dios. Hay una distancia abismal entre la poesía humana y la inspirada. Por
eso debes acercarte a ella “quitándote las sandalias”, como ordenó Dios a
Moisés desde la zarza que ardía sin consumirse. Ése es el secreto: tratarlos
con fe, humildad y devoción. Con esta actitud alimentan la adoración, la
alabanza, la gratitud… P. Natalio.
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