Lloraba sin
consuelo
Buenos
días, amigo/a
Un profesor de química al mismo tiempo que
hacía experimentos solía dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la
mano una botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los
vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está perdida,
dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no lloremos nunca por
la leche derramada”.
Un borracho estaba en el
cementerio tomando una botella de vino y de repente se le cayó y se rompió. El
bebedor desconsolado se puso a llorar. Un hombre que pasaba por allí lo vio, sintió
lástima ante tal dolor y le preguntó: —¿Era familiar? El borracho respondió: —¡No, de un litro no más.
Hay una oración muy buena para recordar
cuando nos sucedan esas cosas desagradables que no tienen más solución: “Señor,
concédeme fortaleza para solucionar lo que tiene solución; valor para aceptar
lo que ya no tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una
buena lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir adelante”. P.
Natalio.
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