viernes, 20 de febrero de 2015

Manos creadoras


Buenos días, amigo/a

Te ofrezco hoy un soneto de Alfredo Bufano, estremecido de admiración ante las manos del Verbo eterno que con el Padre y el  Espíritu pusieron en marcha el milagro de la creación.

Celestes, puras, luminosas, buenas,
¡oh tus manos, Señor, de amor henchidas!
Hasta de la impiedad de sus heridas
brotaron rutilantes azucenas.

Ellas, tan leves, con alzarse apenas
mueven mundos por rutas florecidas.
Ellas, del amor único nacidas,
hacen aves de luz y amansan hienas.

Cielos, montañas, selvas, ríos, llanos;
corales, musgos, pájaros, estrellas,
¡oh mi Señor!, nacieron de tus manos.

Tú que pueblas de luces los arcanos,
haz que mi corazón llegue hasta ellas
limpio de tierra y libre de gusanos.

La estructura clásica del soneto exige sumo esfuerzo para concentrar en catorce versos símbolos, ideas y sentimientos, ajustándoos a estrictos cánones de ritmo y rima. Bufano lo ha logrado con maestría. Pero para gustar el poema es necesario leerlo varias veces centrando tu atención en todo lo bello que dice de las manos creadoras, “de amor henchidas”. P. Natalio.

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