Manos
creadoras
Buenos
días, amigo/a
Te ofrezco hoy un
soneto de Alfredo Bufano, estremecido de admiración ante las manos del Verbo
eterno que con el Padre y el Espíritu
pusieron en marcha el milagro de la creación.
Celestes, puras, luminosas, buenas,
¡oh tus manos, Señor, de amor henchidas!
Hasta de la impiedad de sus heridas
brotaron rutilantes azucenas.
Ellas, tan leves, con alzarse apenas
mueven mundos por rutas florecidas.
Ellas, del amor único nacidas,
hacen aves de luz y amansan hienas.
Cielos, montañas, selvas, ríos, llanos;
corales, musgos, pájaros, estrellas,
¡oh mi Señor!, nacieron de tus manos.
Tú que pueblas de luces los arcanos,
haz que mi corazón llegue hasta ellas
limpio de tierra y libre de gusanos.
La estructura clásica del soneto exige sumo esfuerzo
para concentrar en catorce versos símbolos, ideas y sentimientos, ajustándoos a
estrictos cánones de ritmo y rima. Bufano lo ha logrado con maestría. Pero para
gustar el poema es necesario leerlo varias veces centrando tu atención en todo
lo bello que dice de las manos creadoras, “de amor henchidas”. P. Natalio.
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