El monumento del rey
Buenos días,
amigo/a.
Antes de buscar el beneficio personal, piensa cómo puedes servir. En
lugar de querer poseer empezarás a compartir, guiado por el deseo de ayudar a
satisfacer las necesidades de los otros. Lo asombroso es que verás fluir la verdadera
satisfacción a tu vida. Cuando prestas servicio a la humanidad, te pones en
sintonía con tu semejanza divina.
Un rey, para
perpetuarse en el corazón de su pueblo, ordenó a tres grandes sabios diseñar y construir un monumento para ser
recordado por sus súbditos, después de su muerte. El primero levantó una
pirámide. Pasado el tiempo, las arenas del desierto la cubrieron. El segundo
erigió una enorme estatua de bronce. Los años pasaron y otros reyes la
fundieron para fabricar armas de guerra. El tercero construyó, en un oasis, una
fuente grande y hermosa. Los viajeros al pasar por allí, escribían en las
piedras alabanzas al buen Dios por haberles dado, en el pasado, un rey tan
grande y sabio.
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