viernes, 12 de diciembre de 2014


El monumento del rey


Buenos días, amigo/a.

Antes de buscar el beneficio personal, piensa cómo puedes servir. En lugar de querer poseer empezarás a compartir, guiado por el deseo de ayudar a satisfacer las necesidades de los otros. Lo asombroso es que verás fluir la verdadera satisfacción a tu vida. Cuando prestas servicio a la humanidad, te pones en sintonía con tu semejanza divina.

Un rey, para perpetuarse en el corazón de su pueblo, ordenó a tres grandes sabios  diseñar y construir un monumento para ser recordado por sus súbditos, después de su muerte. El primero levantó una pirámide. Pasado el tiempo, las arenas del desierto la cubrieron. El segundo erigió una enorme estatua de bronce. Los años pasaron y otros reyes la fundieron para fabricar armas de guerra. El tercero construyó, en un oasis, una fuente grande y hermosa. Los viajeros al pasar por allí, escribían en las piedras alabanzas al buen Dios por haberles dado, en el pasado, un rey tan grande y sabio.

El mal ha entrado en el mundo por la puerta del egoísmo humano, que es negación del amor y búsqueda desmedida del propio bienestar y gloria. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y comprobarás, admirado, que recibes mucho más de lo que das. P. Natalio.

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