A María
Inmaculada
Buenos días, amigo/a.
San Francisco de Asís decía: “Cuando digo el Avemaría, los cielos sonríen, los ángeles
cantan y los demonios tiemblan y huyen”. Don Bosco recordaba a los chicos: “María nos asegura que, si somos devotos suyos, nos tendrá como hijos
suyos, nos cubrirá con su manto, nos colmará de bendiciones en este mundo, para
obtenernos después el Paraíso”. Te presento hoy una sencilla y hermosa oración
para celebrar a nuestra Madre Inmaculada.
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti
celestial princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día, alma, vida
y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Concluye esta breve plegaria con un acto de gran confianza: la entrega y
abandono en su poderosa protección e intercesión maternal. ¿Por qué no
memorizarla y decirla al menos una vez cada día? “Que el nombre de María sea alegría para tu corazón, miel para tus labios y melodía para tus oídos”,
como decía san Antonio de Padua. P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario