El
armiño acorralado
Buenos días,
amigo/a.
El pecado de
ninguna manera es un enriquecimiento del hombre. Todo lo contrario: “coronado
de gloria y dignidad por Dios” (Sal 8), el ser humano al pecar se devalúa, se
degrada, se priva de la plenitud que le es propia. Se vuelve esclavo del
pecado, él que había sido creado “poco inferior a los ángeles y bajo cuyos pies
puso Dios la creación inmensa”.
Un noble inglés iba de
caza con un amigo, cuando vieron un armiño blanco que huía de una mata cercana.
Lo persiguen hasta acorralarlo delante de una zanja llena de fango. El armiño
cercado se echó al suelo gimiendo. Extrañado ante la actitud del animal, el
noble preguntó a su compañero de caza: —¿Por qué el armiño no habrá cruzado la
zanja para librarse? Éste le explicó: —El
armiño prefiere morir antes que enlodar su blanca piel. Admirado por actitud
tan delicada, el cazador se llevó el animalito a su mansión como mascota.
Santo Domingo
Savio, en su primera comunión, prometió y pidió a Dios “morir antes que pecar”.
Movido por el Espíritu Santo, tuvo una profunda intuición de la maldad y
fealdad de ofender gravemente al Señor. Y prefirió morir antes que enlodar la
blancura de su alma en gracia. Don Bosco lo propuso de modelo a niños y
jóvenes. P. Natalio.
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