El llamado de Dios
Buenos días,
amigo/a.
Para cultivar una buena disposición hacia el llamado de Dios, es
fundamental el espíritu de oración. La piedad popular ha representado a la Virgen en oración, cuando
recibe la embajada del ángel. Es indudable que Nuestra Señora guardaba un
recogimiento habitual, tenía un espíritu de oración que la dispuso a recibir el
mensaje divino y a aceptarlo.
Señor Jesús, te pedimos por los muchachos y chicas que
invitas a seguirte de cerca; haz que sean capaces de desapegarse de las cosas
de este mundo y abran su corazón a la voz que los llama.; que sientan el coraje
de dedicarse por toda la vida, con un corazón no dividido, a ti y a la Iglesia; que crean que la
gracia les dará la fuerza para tal donación y vean la belleza y la grandeza de
la vida sacerdotal, religiosa y misionera. Haz, Señor, que los jóvenes sepan
acoger con coherente aplicación las exigencias del llamado para el sacerdocio y
para las otras formas de vida consagrada; bendícelos con la misericordia
infinita de tu corazón. Amén.
Para percibir el llamado de Dios es preciso tener esa orientación
habitual hacia lo divino, saber escuchar la voz del Señor en medio de los
afanes de la vida diaria, y después contestar, como María, con un «Hágase en mí
según tu palabra». La oración que te ofrezco hoy ha sido redactada por el Papa
Juan Pablo II, recientemente beatificado. P. Natalio.
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