Días malos…
Buenos días,
amigo/a.
“Existen tormentas que no tienen la costumbre de avisar cuando llegan a
nuestras vidas, simplemente llegan y se plantan a las puertas de nuestro
corazón para quitarnos la paz, la alegría, la felicidad. Vienen en forma de
enfermedad, de crisis económicas, de crisis familiares, de muerte de seres
queridos, de tentaciones oscuras, etc.
Desde hacía una hora un hombre de unos cuarenta años
estaba sentado en un bar mirando una copa llena sin beberla. De pronto entra un
camionero alto y robusto, y le bebe de un trago la copa. El hombre empieza a
llorar, y el hombrachón le dice: —Vamos, amigo, era una broma no más;
ahora mismo pido otra. —No lloro por eso. Hoy ha sido el día más funesto de mi
vida. Empecé con llegar tarde a la empresa y me dieron de baja. Cuando volvía a
mi casa, me robaron el auto. Ya estaba llegando a pie y sorprendí a mi esposa
con otro hombre. Y ahora, cuando estoy por poner fin a tanto sufrimiento,
aparece usted y se bebe todo mi veneno…
Dios permite la visita de la tormenta porque sabe que por medio de ella
tú y yo podemos crecer de gloria en gloria. Si logramos resistir y confiar en
medio de la tormenta, saldremos transformados por el poder de Dios y podremos
darle gracias por permitir la visita de la maestra tormenta”. (S. Escudero). No
hay árbol que el viento no haya sacudido. P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario