miércoles, 16 de julio de 2014

Días malos…


Buenos días, amigo/a.

“Existen tormentas que no tienen la costumbre de avisar cuando llegan a nuestras vidas, simplemente llegan y se plantan a las puertas de nuestro corazón para quitarnos la paz, la alegría, la felicidad. Vienen en forma de enfermedad, de crisis económicas, de crisis familiares, de muerte de seres queridos, de tentaciones oscuras, etc.

Desde hacía una hora un hombre de unos cuarenta años estaba sentado en un bar mirando una copa llena sin beberla. De pronto entra un camionero alto y robusto, y le bebe de un trago la copa. El hombre empieza a llorar, y el hombrachón le dice: —Vamos, amigo, era una broma no más; ahora mismo pido otra. —No lloro por eso. Hoy ha sido el día más funesto de mi vida. Empecé con llegar tarde a la empresa y me dieron de baja. Cuando volvía a mi casa, me robaron el auto. Ya estaba llegando a pie y sorprendí a mi esposa con otro hombre. Y ahora, cuando estoy por poner fin a tanto sufrimiento, aparece usted y se bebe todo mi veneno…

Dios permite la visita de la tormenta porque sabe que por medio de ella tú y yo podemos crecer de gloria en gloria. Si logramos resistir y confiar en medio de la tormenta, saldremos transformados por el poder de Dios y podremos darle gracias por permitir la visita de la maestra tormenta”. (S. Escudero). No hay árbol que el viento no haya sacudido. P. Natalio.

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