Dios, amigo del silencio
Buenos días,
amigo/a.
No temas al silencio. El silencio vitalizará tu mente y tu sistema
nervioso, y dotará de solidez y fuerza expresiva a tus palabras cuando salgas
de tus treguas de mutismo y vuelvas a hablar. No es que la relación social sea
mala, pero a veces nos metemos y enredamos demasiado en el ajetreo y la
palabrería del mundo. Regálate baños de soledad y silencio.
Necesitamos encontrar
a Dios y no lo hallamos en medio del ruido y de la agitación. Dios es amigo del
silencio. Miren cómo la naturaleza empuja hacia el silencio. Miren cómo las
estrellas, la luna, el sol se mueven en silencio. ¿Nuestra misión no consiste
en dar a Dios a los pobres sin techo? No a un Dios muerto sino a un Dios vivo,
que ama. Cuanto más recibimos en el silencio de la oración, tanto más
entregaremos en nuestra actividad. Necesitamos el silencio para mover a las
personas. Lo importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos
dice, y lo que dice a través de nosotros.
Teresa de Calcuta.
El cardenal Carlos Martini, arzobispo de Milán, cuyos libros se vendían
como pan caliente, escribió: “Aun en la vida cotidiana más afanosa y
complicada, estoy seguro que es posible reservarse algunos momentos de
silencio, si lo deseamos de verdad, para retomar la conciencia de sí mismo y
mirar desde ahí alrededor”. ¡Advertencia muy sabia! P. Natalio.
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