lunes, 30 de junio de 2014

El poema de la creación


Buenos días, amigo/a.

Por medio de tus sentidos, aprende a conocer mejor y amar la naturaleza. Acostúmbrate a mirar con admiración y agradecimiento el bosque y los trigos ondulantes. Escucha el murmullo del arroyo y el canto de la calandria. Siente la frescura de la tierra recién labrada y el perfume de los prados. Toca suavemente la rosa que se entreabre y el fruto que madura...

Padre, tú has creado este universo, para que me ayude a conocerte mejor y a amarte mejor. Cada rayo de luz, cada flor, cada nuevo paisaje a la vuelta del camino es un mensajero discreto que me invita, por senderos fáciles a subir hasta ti. El rocío de la noche y el gallo que canta por la mañana, el viento que murmura al pasar y el pan sobre la mesa, todo me habla de tu bondad. Pero me falta atención del corazón para encontrarte en todas estas cosas. Consérvame un alma vibrante, entusiasta, un alma joven, que no se canse de leer el poema de la creación.

“Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies” (Sal. 8). Cultiva la atención del corazón. P. Natalio.

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