Felicidad del corazón
Buenos días,
amigo/a.
“No
profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre
buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a
aquellos que las escuchan” (Efesios 4, 29). San Francisco de Sales escribió:
“El trato cortés y delicado es la crema de la caridad”. Que este mensaje
oriente cada día tu conducta.
Nunca la dicha y la maldad se vieron juntas. El daño que
causemos a los demás se volverá contra nosotros. Fíjate en lo que te ocurre
cuando, por ejemplo, lastimas a un compañero con una frase grosera. Al poco
rato reflexionarás en lo que dijiste; comprenderás que has procedido mal;
preferirías haberte expresado de otro modo. Sólo tienes un medio para librarte
de la pena: buscar a la persona que has ofendido y pedirle disculpa por tus
palabras. Mayor será tu amargura si empleas la violencia contra alguien. Te
dolerá más a ti, pues te dolerá en el alma. Te durará más el sufrimiento,
porque la conciencia te recordará tu crueldad por meses y años. Ser bueno es la
primera condición para sentirte feliz.
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