jueves, 31 de octubre de 2013

Un juicio muy especial


Buenos días, amigo/a.

Hoy te llevo conmigo a presenciar un juicio para que aprecies la
calidad de un juez que resuelve un caso penoso con suma habilidad, con
generosidad, y es capaz de involucrar a los curiosos, para que salgan
de la audiencia con una memorable lección de ética.

En un despiadado día de invierno, un anciano tembloroso fue llevado
ante los tribunales. Se le acusaba de haber robado un pan. Al ser
interrogado, el hombre explicó al juez que lo había hecho porque su
familia estaba muriéndose de hambre. —La ley exige que sea usted
castigado —declaró el juez—. Tengo que exigirle una multa de 50 pesos.
Al mismo tiempo metió la mano en su bolsillo y dijo: —Aquí tiene usted
el dinero para pagar su multa. Y además —prosiguió el juez—, impongo
una multa de 10 pesos a cada uno de los presentes en esta sala, por
vivir en una ciudad donde un hombre necesita robar para poder
sobrevivir. Pasaron una bandeja por el público, y el pobre hombre,
totalmente asombrado, abandonó la sala con 500 pesos en su bolsillo
.

Este juez que impuso una multa como castigo a los presentes, por vivir
en una ciudad donde un hombre necesita robar para sobrevivir, te haga
reflexionar sobre el deber de solidaridad que nos toca a todos. Jesús
planteó este mismo problema en la parábola del buen samaritano. San
Pedro lo recordaba a los primeros cristianos con estas palabras:
“Vivan todos unidos, compartan las preocupaciones de los demás, ámense
como hermanos, sean misericordiosos y humildes”. Que estos
sentimientos te vuelvan activo en la caridad. P. Natalio.

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