sábado, 26 de octubre de 2013

Sócrates y la amistad

Buenos días, amigo/a

Los amigos son escasos. Los puedes contar con los dedos de la mano y
siempre te sobrarán dedos. Por eso tal vez no tengas muchos, pero los
que tienes siempre serán suficientes para llenar tu alma. Un amigo es
como la perla evangélica que, cuando la encuentras, vas y vendes todo,
con tal de poseerla.

Construía Sócrates una pequeña casa, en las afueras de Atenas, cuando
algunas personas le preguntaron para qué serviría esa minúscula
habitación. Él contestó que era para sus amigos. Admirados le
replicaron que ahí no cabría casi nadie y entonces, con su ya
tradicional y fina ironía, respondió: —¡Qué diera yo por poder
llenarla!

“Un amigo no es un hermano de sangre, sino del corazón. Por eso un
hermano puede ser tu amigo, pero un amigo siempre será tu hermano. Un
amigo siempre estará ahí, aún cuando no lo necesites. A un amigo lo
necesitas porque lo quieres; no lo quieres porque lo necesitas. Con
tus conocidos hablas, con tus amigos te comunicas. Un conocido te oye,
un amigo te escucha, y lo más importante es que no te escucha con sus
oídos, sino con su corazón”. Dios te conceda el tesoro de uno o más
amigos. P. Natalio.

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