El Padrenuestro de Dios
Buenos días amigo/a
Por devoción a Cristo, que nos enseñó el Padrenuestro, éste ha de ser
tu oración preferida entre todas las oraciones. Es bueno
profundizarla, recitarla con frecuencia, venerarla. Pero mejor que
recitarla, es recrearla y meditarla. Es la oración de los discípulos
de Jesús. En el Catecismo de la Iglesia Católica se le dedica un
amplio espacio para explicarla con detención.
Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado. Yo
conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio como santificándolo,
porque te amo. No, no estas sólo, sino, habitado por mí, y juntos
construimos este reino del que tú vas a ser el heredero. Me gusta que
hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz. Ya que la
gloria de Dios es el hombre viviente. Cuenta siempre conmigo y tendrás
el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo
con tus hermanos. Sabes que te perdono todas tus ofensas antes incluso
de que las cometas. Por eso te pido que hagas lo mismo con los que a
ti te ofenden. Para que nunca caigas en la tentación, tómate fuerte de
mi mano y yo te libraré del mal, pobre y querido hijo mío. José Luis
Martín Descalzo.
Acabas de leer una recreación del Padrenuestro desde el punto de vista
de Dios. Visión refrescante que da nueva luz a esta oración tan
antigua y repetida. Algo más: las dos partes del Padrenuestro animan a
prestar atención en primer lugar a los problemas de Dios, y luego a
los nuestros. Te invito a rezar el Padrenuestro en clave de acción de
gracias. P. Natalio.
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