jueves, 20 de junio de 2013

El hombre de paz
Buenos días, amigo/a

A la obra gigantesca de la paz mundial, tú puedes aportar tu sonrisa,
la paz de tu propio corazón, porque quien está en paz consigo mismo,
la irradia a su alrededor, a la familia, al círculo de amigos, al
entorno de su trabajo cotidiano. Además trata de evitar toda
intolerancia y discriminación. Ahí tienes un programa, simple y fácil,
para ser un constructor eficaz de la paz.

El hombre de paz sabe mirar a todos con respeto y benevolencia. No
condena a ninguna persona, a ningún grupo, a ninguna institución, a
ningún pueblo. Perdona las injurias presentes y pasadas, se libra de
las garras del odio, guarda la libertad de su corazón para amar; para
convivir; para comenzar una vida nueva cada día. Desea sinceramente la
paz con todos, la colaboración, la convivencia, el gozo de la
fraternidad y del servicio. Trata de simplificar los problemas en vez
de agrandarlos; no acumula las sombras, en todo busca  resquicios de
luz y caminos de esperanza.

En los momentos críticos aprende a conservar la calma, de modo que tus
decisiones sean justas y sabias. En lugar de exasperarte y dejarte
dominar por la ira, cállate porque el silencio aquieta. Respira
profundamente y ora. El Señor te bendecirá con su paz. P. Natalio.

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