viernes, 21 de junio de 2013

Creciendo

Buenos días, amigo/a

La aceptación libera al hombre, porque rompe las cadenas de la
autocompasión y del miedo. Una vez que se acepta el golpe, la
desilusión, uno está libre; libre para acometer nuevas empresas que
pueden darle resultados magníficos.

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo. Temía lo
que la gente opinara de mí, hasta que advertí que de todos modos
opinarán de mí. Temía al dolor, hasta que me convencí que éste es
necesario para crecer. Temía al ridículo, hasta que intenté reírme de
mí mismo. Temía a la muerte, hasta que consideré que no es el final,
sino más bien el comienzo. Temía hacerme viejo, hasta que comprendí
que ganaba sabiduría día a día. Temía al pasado, hasta que reflexioné
que no podía herirme más. Temía al cambio, hasta que observé que aún
la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de
volar…

Un signo de madurez es aceptar la realidad y poseer suficiente solidez
y equilibrio para vivirla. La persona madura es objetiva: sabe
valorarse a sí mismo sin dejar de valorar a los demás. Es capaz de
tomar una decisión y sostenerla. Madurez es el arte de vivir en paz
con lo que no se puede cambiar. Ejercítate en la sabiduría de “poner
siempre los pies sobre la tierra”. P. Natalio.

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