miércoles, 1 de mayo de 2013

Mantener la alegría

Buenos días, amigo/a

San Ignacio, fundador de los jesuitas, decía: “Me gusta ver reír a la
gente. Un cristiano no tiene ningún motivo para estar triste y tiene
muchos para estar alegre”. Es conocido el proverbio: “Un santo triste
es un triste santo”; esto significa que no tiene nada de santo,  sino
que da lástima. El buen humor es un aspecto social de la alegría y se
manifiesta en la conversación cotidiana.

Evalúa el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo
de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por
un minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con
tu ayuda, Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para
sacarse el dolor de cabeza. La alegría es una opción. Se cuenta que,
cuando Don Bosco estaba más alegre y contento que de costumbre, sus
amigos íntimos pensaban: “Pobre Don Bosco, hoy debe tener algún
gravísimo problema que resolver”. El santo de la alegría había
comprendido la necesidad de gobernar las propias emociones y no
dejarse esclavizar por ellas. Intenta pasar una jornada de serena
alegría.

Defiende, pues, y cultiva la alegría. La risa y el buen humor te
liberarán de aquella lúgubre seriedad que vuelve los problemas pesados
como el plomo, te liberarán además de la triste inquietud cotidiana.
La risa y el buen humor crean espacios nuevos para alegrías
desconocidas. Es un precepto de Dios estar alegres: “Estén siempre
alegres” (1 Tes. 5,16). P. Natalio.

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