martes, 30 de abril de 2013

Búsqueda de Dios

Buenos días, amigo/a

El salterio comienza proclamando la bienaventuranza del hombre que
busca a Dios con sinceridad: Dichoso el hombre que, guardando los
preceptos del Señor, lo busca de todo corazón (S. 1). Dios no abandona
al que lo busca (S. 9). Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que
buscan al Señor no carecen de nada (S 34). Aprovecha para tu oración
estos textos que siguen:

Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti,
Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el
rostro de Dios? (42). Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tú
rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro (27). Oh Dios, tú eres
mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene
ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua (63). Dichosos los
que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre. Un solo día en tu
casa vale más que otros mil (84). ¿Por qué te acongojas, alma mía, por
qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo: "Salud de mi
rostro, Dios mío" (42).

“Los salmos son poesía: estados de ánimo, emociones, evocaciones que
el poeta quiso comunicar a su pueblo. Las emociones hacia Dios no
surgen, si no encuentran un clima adecuado de silencio y de amor en el
lector. Los salmos son portadores de una densa carga experimental de
Dios”. Alimenta tu oración con este excepcional regalo del Señor. P.
Natalio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario