sábado, 20 de abril de 2013

Mi refugio

Buenos días, amigo/a

Los salmos son poesías inspiradas por Dios. Conviene acercarte a ellos
“quitándote las sandalias”, como ordenó Dios a Moisés desde la zarza
que ardía sin consumirse. Ése es el secreto: tratarlos con fe,
humildad y devoción. Con esta actitud alimentan la adoración, la
alabanza, la gratitud… Aquí te ofrezco un collage para fortalecer tu
confianza.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo, mi alcázar, mi libertador
(18). El te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás. Su
brazo es escudo y armadura (91). El Señor te guarda de todo mal, él
guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por
siempre (121). No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela
de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, porque hiciste
del Señor tu refugio porque tomaste al Altísimo por defensa (91). Tú,
Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y
en vino. En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú solo,
Señor, me haces vivir tranquilo (4).

La recitación pausada de algún fragmento de salmo al comenzar la
oración, te ayudará a establecer contacto con el Señor, pues te
sientes conmovido por sentimientos de confianza, asombro, gratitud…
Esto presupone un plan de meditación o lectio sobre tus salmos
predilectos.  Es una tarea que vale la pena afrontar porque te dará
satisfacción y provecho. P. Natalio.

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