Solo no puedo, te necesito, Señor
Buenos días, amigo/a
Es muy oportuno para crecer en la fe practicar la oración de petición.
Por ella permites a Dios entrar en la trama concreta de tu vida.
Sientes así la presencia y cercanía del Señor en tus problemas
cotidianos. A él no le molesta estar presente en los mínimos detalles
de tu existencia, porque te ama. Es también un camino de sólida y
auténtica humildad y sencillez.
Señor, sabes que a veces me dejo llevar por mi vanidad, por mi
codicia, por mi impaciencia, por mis ambiciones egoístas. Cuando estoy
solo recapacito y me lamento por cosas que hice o que dije, pero luego
vuelvo a caer. Hago propósitos, pero duran poco tiempo. Te pido,
Señor, que no me dejes solo con mis propias fuerzas. Necesito tu
gracia, necesito los toques de tu Espíritu para reaccionar a tiempo,
necesito tu luz que me ilumine para darme cuenta y también tu fuerza
para tomar las decisiones correctas. Quiero crecer, Señor, porque
todavía tengo vida y esperanza, porque no quiero detenerme en el
camino, porque no quiero desaprovechar tus dones. Pero te necesito a
ti, invoco tu Espíritu, clamo por tu poder. Ayúdame, Señor. Amén.
La oración humilde y confiada es el poder que Dios pone en tus manos
para que, como un niño muy sencillo, le pidas todo lo que necesitas.
Pero no debes suplicarle con desesperanza, ni con una oración agitada,
como si quisieras exigirle el cumplimiento de tus deseos. A Dios hay
que dejarle ser Dios y actuar con plena libertad. Él te ama, y sabe lo
que más te conviene. P. Natalio
No hay comentarios:
Publicar un comentario