jueves, 14 de febrero de 2013
El tordo goloso
Buenos días, amigo/a
No hay cosa que tranquilice tanto el corazón como tener dominio de sí
mismo. Es la mejor preparación para el combate de la vida. Sufrir una
ligera palabra, condescender con la voluntad del prójimo, excusar una
indiscreción, mortificar un deseo peligroso, he aquí un elenco de
actos virtuosos al alcance de todo el mundo y que se te presentan a
cada paso, ¿verdad?
Un tordo picoteaba los granos de un bosquecillo de mirtos y,
complacido por la dulzura de sus pepitas, no se decidía a abandonarlo.
Un jovenzuelo que cazaba pájaros observó que el tordo se acostumbraba
al lugar. Un día lo esperó escondido y lo hirió con su honda. Entonces
el tordo, viendo próximo su fin, exclamó: —¡Desgraciado de mí! ¡Por
el placer de comer me he privado de la vida! (Esopo)
Serás maduro cuando normalmente tengas la habilidad de controlar los
deseos desordenados. Otro signo de madurez es la capacidad de posponer
el placer inmediato en favor de un beneficio a largo plazo. Acepta el
desafío de transformar este año iniciado en un año de crecimiento. P.
Natalio.
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