viernes, 15 de febrero de 2013


Señor, tú que llamaste


Buenos días, amigo/a

Te ofrezco hoy un hermoso himno que invita a levantar la mirada al
inmenso cosmos donde se desplaza el planeta Tierra, como una bella
nave azul poblada por los hijos de Dios. Esta contemplación es un
gozoso llamado a permanecer fieles al amor de Dios que nos creó a su
imagen y semejanza.

Señor, tú que llamaste del fondo del no ser todos los seres, prodigios
del cincel de tu palabra, imágenes de ti resplandecientes; Señor, tú
que creaste la bella nave azul en que navegan los hijos de los
hombres, entre espacios repletos de misterio y luz de estrellas;
Señor, tú que nos diste la inmensa dignidad de ser tus hijos, no dejes
que el pecado y que la muerte destruyan en el hombre el ser divino.
Señor, tú que salvaste al hombre de caer en el vacío, recréanos de
nuevo en tu Palabra y llámanos de nuevo al paraíso.

Nada eleva tanto al hombre sobre las mezquindades de la vida como la
capacidad de maravillarse. Los poetas tienen el talento de
deslumbrarnos echando un vistazo nuevo sobre la realidad de todos los
días. Esta vivencia exalta la alegría de vivir y ayuda a superar la
acción desgastadora de la rutina. Relee y saborea los versos de hoy.
P. Natalio.

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