Leonardo da Vinci
Buenos días, amigo/a.
En los dos personajes de la anécdota que te presento hoy, encontrarás
actitudes dignas de elogio y de imitación: modestia, poner lo mejor de
sí mismo, complacer al prójimo, asumir retos, admirar el talento de
los demás… Hay un refrán que dice: “La palabras mueven, los ejemplos
arrastran”. Por eso las anécdotas que presentan modelos ayudan mucho a
superarse.
El viejo maestro de Leonardo cayó un día gravemente enfermo. Pidió a
su joven alumno que terminara una pintura que había dejado sin
terminar. Leonardo no quiso asumir esa obligación porque se sentía
incapaz de concluir una obra de su insigne maestro. Sin embargo el
maestro tanto insistió que convenció al joven pintor. Leonardo lo
aceptó como un reto personal y para agradar al maestro a quien
apreciaba mucho. Puso en el trabajo lo mejor de sí mismo y cuando
concluyó la obra, le llegaron alabanzas de todas partes. Su maestro
quedó tan impresionado por el cuadro terminado por su predilecto
discípulo que, lleno de modestia, dijo a Leonardo: —Hijo mío, desde
ahora no hace falta que yo pinte más. Y dejó en sus manos la dirección
del taller.
San Pablo exhortaba a los primeros cristianos:”Háganse servidores los
unos de los otros, por medio del amor”, (Gálatas 5, 13). Esto es
precisamente lo que hizo Leonardo, y fue recompensado aún humanamente
pues su maestro lo puso al frente de su escuela de arte pictórico.
Ojalá que también tú arrastres a alguno con tu buen ejemplo de vida.
P. Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario