Buenos días, amigo/a.
“Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de
nuestras manos”. Prosperidad y abundancia son dos profundos anhelos
del hombre. Porque necesitamos los frutos de la tierra y los
instrumentos que nos ayuden en el trabajo. Pero hay otro nivel de
abundancia y prosperidad en el que tal vez no pensamos tanto. Navidad
es una invitación a meditar en esa otra dimensión.
Concédeme, Señor, abundancia de lágrimas, para mantenerme humano,
abundancia de sonrisas para mantenerme cuerdo, abundancia de
contratiempos para mantenerme humilde.
Concédeme, Señor, abundancia de aciertos para mantenerme confiado,
abundancia de paciencia para seguir esperando, abundancia de esperanza
para sobrevivir en la duda.
Concédeme, Señor, abundancia de amigos para cobrar ánimo, abundancia
de recuerdos para adquirir consuelo, abundancia de fe para encaminarme
a ti.
Navidad se nos presenta con signos de pequeñez, debilidad y carencia.
El Hijo de Dios siendo grande, se hizo pequeño, siendo fuerte se hizo
débil, y siendo rico se hizo pobre. Apenas aparece entre nosotros la
Sabiduría eterna encarnada nos enseña a descubrir el valor de la
humildad, del dolor y del sabio uso de las realidades terrenas. Que
esta Navidad ilumine tu vida. P. Natalio.
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