miércoles, 25 de julio de 2012

La vendedora de flores


Buenos días, amigo/a

Cuando tu vida se encrespa con alguna tormenta, no pierdas el ánimo,
porque hay dentro de ti fuerzas insospechadas. No olvides que nada
puede acontecer antes que se ponga el sol que no parezca
insignificante en el río de los siglos. Mantente sereno e
imperturbable diciéndote una y otra vez: “También esto pasará”. Aquí
tienes un testimonio que lo confirma.

Ese día la vendedora de flores sonreía más que lo habitual; su
arrugado rostro resplandecía de gozo. Por un impulso le compré una de
sus rosas. — Se ve usted muy feliz está mañana, le dije. — ¡Claro!,
exclamó. Sobran los motivos. Aquella mujer vestía tan pobremente y se
veía tan frágil, que su actitud me intrigó. — Sobrelleva sus problemas
admirablemente, la elogié. Ella me explicó entonces: — Cuando
crucificaron a Cristo, el Viernes Santo, fue el día más triste de la
historia. Pero tres días después, él resucitó. Por eso he aprendido a
esperar tres días siempre que algo me aflige. Es asombroso: las cosas
siempre se arreglan de una u otra manera en ese tiempo. Seguía
sonriendo al despedirse de mí. Sus palabras me vienen a la mente
siempre que estoy en dificultades.


Repite las tres muy sabias palabras que nos han transmitido los
antiguos, hasta que se conviertan en un hábito tan fuerte que al punto
aparezcan en tu mente siempre que el buen humor amenace apartarse de
ti. Ellas mantendrán tu vida en equilibrio y te harán triunfar en
medio de las adversidades: “También esto pasará”, (Og Mandino). Haz la
prueba. P. Natalio.

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