viernes, 6 de julio de 2012


Invitados al casamiento…



Buenos días, amigo/a

La sinceridad es una virtud exigente, ya que puedes faltar a la verdad
de distintas y sutiles maneras. Por ejemplo, con la simulación, que es
mentir con los hechos, o con la hipocresía pasando por lo que no se
es, o con jactancias atribuyéndose uno excelencias que no posee, o con
adulaciones cuando se engaña para sacar algún provecho de los otros.
Un ejemplo.

En todas las fiestas siempre hay alguno colado. Esto sucede en
cualquier lugar. Una vez en una familia se organizó una fiesta muy
importante. El dueño de casa empezó a sospechar porque había muchos
más de los calculados. Entonces hizo parar la orquesta y dijo: —¡Por
favor, la orquesta interrumpa un momentito! A ver, los invitados del
novio pasen de este lado; y los invitados de la novia de este otro
lado… Enseguida gran parte de la concurrencia se dividió en dos
bandos.—Bueno —dijo el dueño—, ¡ahora mismo se van todos ustedes
inmediatamente, porque esto es un bautismo!


Es lamentable que en Argentina estas faltas de sinceridad sean
celebradas como “viveza criolla”, feo vicio antisocial que ha
vulnerado tristemente nuestra imagen en el exterior. Y lo peor es que
perdura entre nosotros cuando aplaudimos al canchero, al piola, al
madrugador, que son los “avivatos” y “ventajitas” de las historietas
cómicas. La verdad nos hará libres. P. Natalio.

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