Vigilancia del corazón
Buenos días, amigo/a.
Jesús llamó felices a los puros de corazón porque ellos verán a Dios.
El salmista dijo que sólo los de manos limpias y puro corazón pueden
presentarse delante del Señor. Esa limpieza del alma Dios nos la ha
confiado a nosotros y nos presta toda la ayuda que le pidamos con tal
finalidad. Cuida por lo tanto tus pensamientos y sentimientos.
Como quien está alerta para que no entren en su habitación animales
indeseables: una araña, un ratón, una serpiente, mantén la vigilancia
sobre tu corazón para que no se arraigue en él la vanidad, la
envi¬dia, o el odio. Si un compañero es más alto que tú, o aprende las
lecciones con mayor fa¬cilidad, o posee un hermoso traje, trátalo con
igual cariño que a los demás, no desees humillarlo, no fomentes ante
él fas¬tidio. El vanidoso y arrogante es un ser hueco con una idea
disparatada de su valer. La persona madura admira el mérito ajeno, y
compadece al ignorante y al extraviado. El odio y la envidia son
gusanos que nacen y crecen dentro del corazón y que devoran sus más
nobles fibras.
La rectitud y belleza del alma dependen de esta vigilancia del
corazón. En Génesis 17, 1, se refiere que Dios dijo a Abrahán: “Camina
en mi presencia y sé perfecto”. Nada mejor pues que vivir delante de
aquél que “es luz y en quien no existe tiniebla alguna”, para que su
luminosidad nos ayude a tener un corazón recto, noble, justo. P.
Natalio.
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