domingo, 15 de abril de 2012

Semillas: el Ángel vendedor


Buenos días, amigo/a.

Te ofrezco hoy una hermosa parábola moderna que ilustra una verdad de
mucha trascendencia para la vida. Te aclarará lo que Dios espera de
ti. Lo que logra la oración y lo que no puedes esperar con los brazos
cruzados.

Anoche tuve un sueño raro. En la plaza mayor de la ciudad habían
abierto un negocio nuevo. El cartel decía: "Regalos de Dios". Entré:
un Ángel atendía a los clientes. Yo, asombrado, le pregunté: —¿Qué es
lo que vendes, ángel del Señor?  —Ofrezco cualquier don de Dios.
—¿Cobras muy caro? —No, los dones de Dios son gratis. Miré los
estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, de
esperanza, de salvación y muchas cosas más. Yo tenía necesidad de
todo. Cobré valor y le dije al Ángel: —Dame, por favor, bastante amor
a Dios; también perdón de Dios; un bulto de esperanza, otro de fe y
otro de salvación. Me sorprendí cuando vi que el Ángel, de todo el
pedido, me hizo un solo paquete; y tan pequeño como el tamaño de mi
corazón. —¿Será posible, esto es todo? —pregunté. El Ángel me explicó:
—Es todo, Dios nunca da frutos maduros; él sólo da pequeñas semillas,
que cada uno debe cultivar.


Querido amigo/a, Dios te ayudará con sus gracias, pero te dejará un
buen margen de acción para que colabores con él. No te anula, sino que
te invita a poner toda tu buena voluntad con la libertad de un hijo de
Dios, “creado a su imagen y semejanza”. P. Natalio.

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