domingo, 5 de junio de 2011

Felicidad del corazón


Buenos días, amigo/a.

“No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras
sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea
necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan” (Efesios 4, 29).
San Francisco de Sales escribió: “El trato cortés y delicado es la
crema de la caridad”. Que este mensaje oriente cada día tu conducta.

Nunca la dicha y la maldad se vie¬ron juntas. El daño que causemos a
los demás se volverá contra nosotros. Fíjate en lo que te ocurre
cuando, por ejemplo, lastimas a un compañero con una frase grosera. Al
poco rato reflexionarás en lo que dijiste; comprenderás que has
procedido mal; preferirías haberte expre¬sado de otro modo. Sólo
tienes un medio para librarte de la pena: buscar a la persona que has
ofendido y pedirle disculpa por tus palabras. Mayor será tu amargura
si empleas la violencia contra alguien. Te dolerá más a ti, pues te
dolerá en el alma. Te durará más el sufrimiento, porque la conciencia
te recordará tu crueldad por meses y años. Ser bueno es la primera
condición para sentirte feliz.

La buena convivencia comienza por el respeto. Respetas a una persona
cuando la tienes por lo que es: un ser humano con toda su dignidad.
Una forma distinguida de respeto es el trato cortés y urbano. Las
reglas fundamentales de la cortesía son bien simples: alabar lo bueno
de los otros, suprimir los reproches, dar importancia a los demás y
prestarles atención. P. Natalio.

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