El amor que plenifica
Buenos días, amigo/a.
La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el
libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio
preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a
nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero
tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la
vida se nos juzgará por el amor”.
Amar, no es sentirse emocionado por otro, sentir afecto sensible por
otro, abandonarse en brazos de otro, admirar a otro, querer poseer a
otro; amar, es en esencia entregarse a otro y a los otros. El amor es
un camino de una sola mano: parte siempre de ti y se dirige a los
demás. Cada vez que tomas un objeto o a un persona para ti, dejas de
amar, pues dejas de entregarte. Vas a contramano. Revisa a menudo la
autenticidad y pureza de tus amores. No te limites a preguntarte:
¿amo? Analiza: ¿renuncio a mí mismo, me olvido de mí mismo, me
entrego? (M. Quoist).
El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los
demás.encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por
ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y
comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los
demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no
vale nada. P. Natalio.
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