martes, 8 de febrero de 2011

Rompe el círculo del odio


Buenos días, amigo/a.

La ira es fuente de males casi siempre más graves que aquellos que la
causan. En los momentos críticos aprende a conservar la calma, de
modo que tus decisiones sean justas y sabias. En lugar de exasperarte
y dejarte dominar por la ira, cállate, porque el silencio aquieta.
Respira profundamente y repite pensamientos positivos.

Un destacado señor se enfadó y gritó al director de la empresa. Cuando
éste llegó a su casa, gritó a su esposa, retándola porque el almuerzo
era muy abundante. Su esposa gritó a la empleada porque rompió un
plato. Ésta dio una patada al perro porque la hizo tropezar. El perro
salió corriendo y mordió a una señora que le cerraba el paso. Ésta fue
al hospital para ponerse la vacuna. Allí gritó al joven médico, porque
le dolió la incisión que le hizo. El médico llegó a su casa y gritó a
su madre, porque la comida no era de su gusto. Su madre, tolerante,
acarició con dulzura sus cabellos, diciéndole: "Hijo querido, mañana
haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado y precisas
un buen sueño. Voy a ponerte unas sábanas limpias y perfumadas. Mañana
te sentirás mejor". En ese momento, se rompió el círculo del odio,
porque chocó con la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor.

Es imposible que en el curso de todo un día no nos sobrevenga algún
que otro contratiempo: pequeños accidentes o dificultades que nos
apenan y mortifican. ¿No es esto un obstáculo permanente para la
felicidad? No, si aprendes a conservar la paz y la alegría cuando
sobrevienen estas contrariedades. Aquí entra en juego la virtud de la
paciencia. P. Natalio

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