miércoles, 23 de febrero de 2011

Conserva la calma


Buenos días, amigo/a.

Defiende y cultiva la paz en tu corazón, porque es el clima
indispensable para crecer en plenitud en todas las dimensiones de tu
vida. Vigila cuanto entra en tu corazón para que no se infiltre en él
el polvo de la ansiedad, el ácido de la irritación, o el veneno del
odio. Gozar de la paz profunda del alma merece estar en permanente
alerta.

En los momentos críticos aprende a conservar la calma, de modo que tus
decisiones sean justas y sabias. En lugar de exasperarte y dejarte
dominar por la ira, cállate porque el silencio aquieta. Respira
profundamente y ora. Ganas serenidad si cierras tus ojos y te ves en
un lugar paradisíaco, mientras repites pensamientos positivos.
Recuerda que Dios está en tu corazón y estarás tranquilo sin
desesperarte. La ira es fuente de males casi siempre más graves que
aquellos que la causan. Corta las raíces de la irritación:¿Cómo podrás
apagar el incendio de la ira si lo alimentas con la leña del
fanatismo, el rencor o la soberbia? El hombre espiritual es dueño de
sí mismo ante la adversidad.

¿No has comprobado que una palabra dura dicha en un acceso de ira te
trajo semanas de amargura? Un refrán tibetano afirma: “la paciencia en
un momento de enojo te evitará cien días de dolor”. Cada día pídele al
Señor toda la paciencia que necesites. Dile “Concédeme hoy fortaleza,
paciencia y serenidad. Que nada ni nadie me perturbe”. P. Natalio

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