Corazón simple y humilde
Buenos días, amigo/a.
Si esperas el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande,
¿cuántas veces en tu vida se te presentarán ocasiones semejantes?
Aprovecha las ocasiones que te ofrece cada día para realizar acciones
ordinarias de manera extraordinaria. Cada tarea te permite dedicarte
con lo mejor de ti mismo, madurar y vivir a pleno.
Me presento ante ti, Padre amado. Quiero ofrecerte con cariño lo que
puedo hacer cada día, aunque sea imperfecto. Es tan pequeño al lado de
tu infinita gloria y del regalo de tu amistad. Pero sé que te gozas
cuando me entrego al servicio de tu Hijo. Tú mereces esta ofrenda de
mi trabajo cotidiano. Yo no puedo saber qué valor ha tenido mi tarea.
Pero dejo en tus manos los frutos de mi trabajo. Señor mío, dame un
corazón humilde y libre, que no esté atado a las vanidades,
reconocimientos y aplausos. Dame un corazón simple que sea capaz de
darlo todo, pero dejándote a ti la gloria y el honor. Regálame la
belleza de un corazón humilde y liberado. Amén. (P. Víctor Fernández).
Todo cristiano, en todo momento y en cualquier circunstancia de la
vida está en condiciones de amar e imitar a Cristo, el incondicional
servidor del Padre y de los hombres. El modelo humano que nos
transmite Jesús, y que él realizó plenamente, es el de servidor. “El
Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir”. P.
Natalio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario