martes, 16 de noviembre de 2010

En un ómnibus


Buenos días, amigo/a

La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el
libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio
preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a
nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero
tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la
vida se nos juzgará por el amor”.

Érase una vez un borracho que subió a un ómnibus en el que viajaba
mucha gente, y parándose en el pasillo empezó a gritar: —Los de la
derecha son unos tarados, los de la izquierda son unos idiotas, los de
atrás son unos imbéciles y los de enfrente son unos estúpidos. Cuando
escuchó eso el conductor, frenó sorpresivamente, y toda la gente cayó
al piso, incluyendo al borracho, y muy enojado el chofer tomó al
borracho por el cuello y le preguntó: —¡Ahora sí, dime, ¿Quiénes son
unos tarados, unos idiotas, unos imbéciles y unos estúpidos? Y el
borracho contestó: —Ya ni sé, ¡están todos revueltos!

La buena convivencia comienza por el respeto. Respetas a una persona
cuando la tienes por lo que es: un ser humano con toda su dignidad.
Una forma distinguida de respeto es el trato cortés y urbano. Las
reglas fundamentales de la cortesía son bien simples: alabar lo bueno
de los otros, suprimir los reproches, dar importancia a los demás y
prestarles atención. P. Natalio.

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