El águila agradecida
Buenos días, amigo/a
Ser agradecido es una virtud humana muy digna. Dar las gracias ante un
favor, ante un buen gesto, ante una atención recibida, es una forma
concreta de reconocer que lo que han hecho por nosotros, nos agrada,
nos beneficia, nos hace bien... Quien posee esta virtud, es una
persona de buen corazón. Una fábula de Esopo da luz a esta reflexión.
Encontró un labrador un águila apresada en la trampa y, admirado por
su belleza, la soltó y le dio libertad. El águila, que no fue ingrata
con su bienhechor, viéndole sentado al pie de un muro que amenazaba
derrumbarse, voló hasta él y le arrebató con sus garras la cinta con
que se ceñía su cabeza. Alzóse el hombre para perseguirla. El águila
dejó caer la cinta; la tomó el labriego, y al volver sobre sus pasos
halló desplomado el muro en el lugar donde antes estaba sentado,
quedando muy sorprendido y agradecido de haber sido así retribuido
por el águila.
Poco de lo que somos o poseemos lo hemos logrado por mérito propio.
Generalmente, se lo debemos a alguien. Un inmenso desfile de quienes
merecen que les demos las gracias, puede aparecer delante de nuestros
ojos con sólo pensarlo: padre, maestros, familiares, amigos,
servidores públicos, antepasados… ¿Descubriste la alegría de ser
agradecido? P. Natalio.
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