jueves, 19 de agosto de 2010


Los dos remos


Buenos días, amigo/a.

La oración que haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu jornada. Una anécdota sobre el tema.

El escritor escocés Walter Scott cuenta que un día, cuando paseaba en un bote, notó que los remos utilizados por el barquero llevaban cada uno una inscripción. Sobre uno: “ora”, y sobre el otro, “trabaja”. Entonces preguntó qué significaba esto. —Enseguida voy a mostrárselo, contestó el barquero. Inmediatamente puso en acción sólo el remo “ora” y el bote empezó a dar vueltas sin avanzar. Luego tomó el remo “trabaja”, haciendo girar el bote en sentido contrario. Finalmente, tomó los dos remos y el bote se dirigió hacia adelante. —¿Entendió Usted?, preguntó el barquero. —Si, —respondió el escritor—, la oración sin el trabajo, o el trabajo sin la oración, no pueden llevarnos a la meta.

“Uno puede orar en las calles, los teatros, las oficinas, las escuelas, como así también en el recogimiento de la propia habitación o en medio de multitudes. De poco sirve orar por la mañana, si se vive el resto del día como un ateo. La verdadera oración moldea la vida y una vida auténtica exige la oración”, (Alexis Carrel). Que la oración gane espacios en tus jornadas. P. Natalio.

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