Bernardo y los ladrones
Buenos días, amigo/a
La sexualidad es una parte central del ser humano y tiene que ver con el modo de canalizar nuestros deseos. La castidad no oprime nuestra sexualidad, más bien, la está verdaderamente orientando como Dios quiere. “Castidad significa tener la fuerza de usar nuestra sexualidad de acuerdo con el plan de Dios” (Jason Evert). Una anécdota en el día de san Bernardo.
Antes de entrar al convento, san Bernardo siendo muy joven y de porte elegante, iba cabalgando lejos de su casa con varios amigos. La noche los sorprendió, por lo que buscaron hospitalidad en una casa. La dueña los recibió bien, e insistió en que Bernardo, como jefe del grupo, ocupase una habitación separada. Durante la noche, la mujer se presentó en la habitación con intenciones deshonestas. Bernardo, en cuanto se dio cuenta de lo que ocurría, fingió con gran presencia de ánimo creer que se trataba de un intento de robo, y con toda su fuerza empezó a gritar: —¡Ladrones, ladrones! La intrusa se alejó rápidamente. Al día siguiente, cuando el grupo se marchaba, sus amigos empezaron a bromear sobre el imaginario ladrón, pero Bernardo, contestó con calma: —No fue ningún sueño. El ladrón entró sin duda en la habitación, pero no para robarme el oro y la plata, sino algo de mucho más valor.
La castidad es un estilo de vida que ordena nuestros deseos para el bien y protege nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo. Es reconocer que estamos hechos “a imagen y semejanza de Dios” y que debemos defender esa dignidad. “La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual. El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del Bautismo, imitar la pureza de Cristo” (CIC 2345).
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