lunes, 2 de agosto de 2010


Como un niño…


Buenos días, amigo/a.

Confiar en Dios, es depositar toda tu fe en él. Dejarle el cuidado de tus cosas. Permitirle disponer de tu futuro, porque sabes que te ama más que tú mismo. Reposar en él “como un niño en brazos de su madre” (salmo 131). Y confiar sobre todo en las pruebas, cuando las cosas resultan incomprensibles. Reflexiona sobre esta parábola contemporánea.

Una noche soñé que caminaba a lo largo de una playa, acompañado por Dios. Durante la caminata muchas escenas de mi vida se fueron proyectando como en una pantalla en el cielo. Según iban pasando las escenas, notaba que unas huellas se formaban en la arena. A veces aparecían dos pares de huellas, otras veces solamente aparecía un par de ellas. Esto me preocupó grandemente, porque pude notar que durante las escenas que reflejaban etapas tristes en mi vida, cuando me hallaba sufriendo de angustias, penas o derrotas, solamente podía ver un par de huellas en la arena. Entonces le dije a Dios: “Señor, tú me prometiste que si te seguía, caminarías siempre a mi lado. Sin embargo, he notado que durante los momentos más difíciles de mi vida, sólo había un par de huellas en la arena. ¿Por qué cuando más te necesitaba, no estuviste caminando a mi lado?” El Señor me respondió: “Las veces que has visto sólo un par de huellas en la arena, hijo mío, ha sido cuando te he llevado en mis brazos”.

Dios nos supera de manera insospechada en amor, bondad, delicadeza. Todo esto lo comprenderás en plenitud en la vida futura. Entretanto él valora tu fe, tu abandono incondicional en sus brazos, el haber llegado a lo que Jesús dijo: “Si no te haces como un niño no entrarás en el Reino de lo Cielos”. Te deseo un gran crecimiento en confianza. P. Natalio.

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