martes, 28 de julio de 2015


Los ciegos y el elefante


Buenos días, amigo/a

Isaac Newton, calificado como el científico más grande de todos los tiempos, y su obra como la culminación de la Revolución Científica, afirmó: “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”. Otro sabio muy estudioso, después de haber vivido 80 años, dejó esta inscripción en su tumba: “He aprendido al menos a no ignorar mi propia ignorancia”.

En cierta ocasión un príncipe oriental, quiso dar una lección inolvidable a sus súbditos. Presentó ante la multitud reunida un enorme elefante. Aparecieron luego unos ciegos que, sin conocer la presencia del animal, fueron conducidos a tocarlo en diversas partes del cuerpo. Luego el príncipe preguntó a cada uno qué había palpado. El que había tocado las piernas dijo que era el tronco arrugado de un árbol. El que había tocado la trompa, una gruesa rama nudosa. El que había tocado la cola, una serpiente desconocida. Y así por el estilo. Se pusieron a discutir entre sí, pero el monarca los interrumpió, diciendo: Lo sucedido aquí les hace ver que de las grandes cosas conocemos muy poco y erróneamente, y de Dios…  casi nada.

Dios es infinitamente más grande que la creación que sacó de la nada. Para conocer algo, la mente sube a él observando el mundo sensible que nos rodea. Poco a poco descubrimos sus perfecciones: es eterno, inmutable, santo, bondadoso, sapientísimo, grande y poderoso, autor de maravillas… Los místicos llegan a él por el amor. Pero es inagotable. P. Natalio.

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