jueves, 9 de abril de 2015


Salir de uno mismo


Buenos días, amigo/a

Te ofrezco hoy, Jueves Santo, día de Jesús, humilde servidor, una reflexión sobre la importancia de salir al encuentro de los demás. “Si el grano de arena no forma duna, se lo lleva el viento. Si la gota de agua no se confunde con el torrente, la evapora el calor. Si tú no te unes a la comunidad, viviendo en ella y para ella, fácilmente te puedes perder”, (Alfonso Milagro).

Partir es, ante todo, salir de uno mismo, romper la coraza de egoísmo que intenta aprisionarnos en nuestro propio “yo”. Partir es dejar de dar vueltas alrededor de uno mismo, como si ése fuera el centro del mundo y de la vida. Partir es no dejarse encerrar en el círculo de los problemas del pequeño mundo al que pertenecemos, cualquiera sea su importancia. La humanidad es más grande, y es a ella a quien debemos servir. Partir no es devorar kilómetros, atravesar los mares o alcanzar velocidades supersónicas. Es, ante todo, abrirse a los otros, descubrirlos, ir a su encuentro; abrirse a otras ideas, incluso a las que se oponen a las nuestras. Es tener el aire de un buen caminante. (Mons. Helder Cámara).

“Hazme comprender, Señor, que fui creado no como un ser acabado y encerrado sino como en tensión y movimiento hacia los demás; que debo participar de la riqueza de los demás y dejar que los demás participen de mi riqueza; y que encerrarse es muerte y abrirse es vida, libertad, madurez”.  Busca hoy ocasiones de trabar un fructuoso diálogo con tus semejantes. P. Natalio.

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